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DF Tax | El abuso

Ignacio Gepp, socio de Puente Sur.

Por: Ignacio Gepp | Publicado: Jueves 14 de marzo de 2024 a las 04:00 hrs.
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Ignacio Gepp

Es delicado hablar sobre el abuso de nuestros derechos como contribuyentes. Mal que mal, los abusadores también tienen sentimientos, se ofenden, y como elefantes algunos no olvidan ni con prescripción.

Por suerte, hemos encontrado un nuevo ejemplo de abusador que es indiferente a nuestra opinión: la Matrix o, mejor dicho, los sistemas tecnológicos del SII.

A este conjunto de vectores, donde me dicen que no viene el de presunción de buena fe del contribuyente, se le ha hecho bastante conocido últimamente. No pocos son los que de la noche a la mañana se han encontrado, sin explicación de por medio, con anotaciones negativas en su hoja de vida tributaria: la F149, la 4110, la 4113 y hasta la nuclear 52 (esa que antes se colocaba con pinzas por un jefe de departamento y que hoy se reparte por la Matrix como Frugelé en cumpleaños de niño), entre otras.

“Los abusadores también tienen sentimientos, se ofenden, y como elefantes algunos no olvidan ni con prescripción. Por suerte, hemos encontrado un nuevo ejemplo de abusador que es indiferente a nuestra opinión: la Matrix o, mejor dicho, los sistemas tecnológicos del SII”.

Esta acción de la inteligencia artificial puede parecer inofensiva, pero tiene efectos que dejan cicatrices en la vida de las personas, que van desde bloquear una devolución de impuestos con la que contaban, no poder facturar y cobrar, forzar costosos procesos de litigación, o manchar los papeles de los contribuyentes al momento de pedir un crédito bancario.

Como la parálisis de la vida económica no es una opción, ser victimas de las anotaciones de la Matrix obliga a una reacción de emergencia de los contribuyentes. Sin poder facturar o sin poder pedir créditos, muchas personas simplemente no pueden sobrevivir. Se ha afectado un derecho fundamental.

Hasta aquí alguien dirá que, si la Matrix actuó “dentro de sus facultades legales”, los errores, injusticias o abusos que se cometan son una mala suerte del contribuyente, y que para eso existen las instancias de pataleo. Desafortunadamente, lo que para la Matrix es un error, para el contribuyente puede ser un desastre.

Es verdad que, mediante las tan conocidas peticiones al SII, se puede rogar que se explique, se revise y finalmente se alce una anotación tributaria. El detalle no menor es que la Matrix vive en el hoy, y los funcionarios fiscalizadores que pueden revisar las anotaciones viven tres años en el pasado, peleando contra declaraciones de impuestos a punto de prescribir.

Al encontrarse en la posición de jamón del sándwich entre su urgencia y aquella de quienes pueden revisar, lo que muchos contribuyentes experimentan después de pedir se revisen estas anotaciones es desconsuelo (por no decir lágrimas), al ver cómo sus peticiones son cerradas sin ser resueltas y, peor aún, sin haber concluido en el levantamiento de la anotación o siquiera la posibilidad de revisarla. Siguen los derechos vulnerados.

Con la mano en el corazón, todos podemos concluir que algo anda mal. Sí, es cierto que podemos presentar recursos de vulneración de derechos y sí es verdad que se puede ir a la Dedecon como desahogo emocional ya que no puede litigar. Incluso, es verdad que si nos dan un portazo a una petición administrativa sin explicación, ésta se puede volver a pedir dos o tres veces a ver si en alguna oportunidad nos prestan atención (como ocurre con aquellas asociadas a los términos de giro, algo que como la delincuencia terminamos normalizando).

Lo cierto es que, si los derechos de los contribuyentes no son tomados de forma institucional con seriedad al programar la Matrix, si la presunción de buena fe y economía de opción sólo quedan para jugar al tiro al blanco, y si al final el sistema depende que los que puedan reclamar lo hagan para que sus derechos sean reconocidos, significa que estamos ante un sistema casi fallido. Digo casi porque todavía quedan los Tribunales Tributarios y Aduaneros. Hay patria señores.  

En un momento en que el país debate un pacto fiscal que tiene por objeto expandir las poderosas facultades de la administración fiscal, incluyendo la eventual capacidad de calificar actos como elusivos en sede administrativa, no es para tomar con liviandad la historia respecto a cómo se ejercen las actuales facultades de la administración tributaria.

Más aún, si los contribuyentes reconocen que hoy se publicita un orgullo por la cantidad de querellas y requerimientos bajo la Norma General Antielusión que se presentan en comparación a lo que ocurría en gestiones anteriores, por un tema de criterio y no de ley, no hace eso más que poner en evidencia la arbitrariedad con la que el Estado puede actuar, y ahí es cuando los derechos valen.

La oportunidad del pacto fiscal no se debe dejar pasar para discutir sobre cumplimiento, pero cumplimiento de la mano de derechos, límites y controles. Y si hay que culpar a alguien por tener que hablar, con arcadas algunos, sobre la protección de los derechos de los contribuyentes, ahí tenemos a la Matrix. Total, ¿quién no ha culpado a su correo por no responder, o al sistema por no poder operar?

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